viernes, 16 de marzo de 2018

Lleno de agujeros









Todos los días hacía un agujero, un enorme agujero cada vez más grande, cada vez más profundo. Cuando lo terminaba, cansado por el esfuerzo, lo contemplaba lleno de satisfacción, la barbilla apoyada en el mango de la pala. Parecía que su obra también lo estuviera observando a él, con una mirada vacía de cíclope gigante.
¿Cuántos agujeros había hecho en su vida? Miles, cientos de miles. Una infinidad de ojos abiertos que se multiplicaban formando un amplio círculo en un terreno vasto y desierto.
Alguien le preguntó una vez para qué había cavado tal cantidad de pozos, y sobre todo por qué todos bordeaban la única montaña que había en aquel terreno que se extendía infinito.
    -¿Qué montaña? –preguntó el hombre-, no hay ninguna montaña aquí. Eso que a ti te parece una montaña, precisamente son los agujeros.















1 comentario:

  1. querido Joaquín, me voy a quedar con lo de sugerente, porque he de reconocer que con la fenomenología y el solipsismo me he liado bastante ;-))) también lo del "Viejo Topo" mola. Un abrazo y gracias por tu comentario.

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